CELEBRAMOS DEL DÍA DE LA CONSTITUCIÓN
Al amanecer, caminito adelante, por la calle,
Paco correteaba alegremente.
Jugaba
con cualquier cosa que llegaba a sus pies. De pronto se detuvo y miró como su vecino, el librero, hacia limpieza en su
librería. Rápidamente comenzó a curiosear a su
alrededor, deteniéndose en un cajón lleno de libros, y preguntó a su
vecino, que se encontraba muy atareado:
–
¡Señor Alfonso!. ¿Puedo echarle un vistazo a este cajón?.
–
¡Si, claro!. Además
si, quieres, me puedes ayudar
a limpiarles el polvo y cuando termines, eliges uno y te lo llevas a casa -contestó el
librero.
– ¡ Pues si, es una buena idea!. Replicó Paco.
Apresuradamente cogió una bayeta, que le ofreció el librero y comenzó a
limpiar todos los libros. Pero al
cabo de un rato, Paco se sintió cansado y olvidó de limpiar uno de ellos,
que se encontraba en lo más profundo del cajón.
De pronto escuchó una voz:
–
¡Eh¡, ¿A mi no me limpias?
–
¿Quién me habla?
– !Soy yo!.
El niño miró a su alrededor, buscando ansiosamente de donde procedía la voz, pero no vio a nadie.
–
¡Quien quiera que sea, que salga!.Vociferó Paco con voz temblorosa.
–
¡ No puedo salir si no me ayudas
!
–
Pero,¿dónde estás?
– ¡Mira, estoy en el fondo del cajón!.
El niño buscó curiosamente dentro del cajón y encontró un libro
polvoriento, y sorprendido preguntó:
–
¿Acaso… eres tú el que me
hablas?
–
-Si, soy yo. Sorprendido ¿no?
–
Claro, si yo dijese a alguien que' un libro me habla crees, ¿tu que se lo
creerían?
–
-Pero, yo no soy un libro corno los
demás.
–
!Ah! ¿nooo?. Entonces…
¿quién eres?, porque yo solo veo
un libro.
–
Si, soy un libro, pero escrito con el
esfuerzo de muchas
personas.
–
Bueno,; pero al fin y al cabo, eres solo un libro, con
una bandera y un escudo muy bonito
en la portada. Pero todavía no sé, ¿por qué siendo un libro me puedes hablar?.
–
Yo siempre hablo al que me quiere
escuchar.
–
Pero, dime de una vez, ¿quién eres?.
–
Soy la "CONSTITUCIÓN”.
–
La ¿Constitución?, ¿Y eso qué es?.
–
¡ Anda siéntate!
que te voy a contar mi historia. Hace algunos años,
unas personas se reunieron…
–
¿Y quiénes eran esas
personas? - Interrumpió Paco.
–
Esas personas, eran como
los capitanes de equipo de tu clase.
–
¡Ah! sí. Venga, sigue contándola. -dijo Paco.
–
...Y estuvieron muchos
días hablando, sobre lo que era mejor para todos. Cuando
decían algo que era bueno,
y a todos les gustaban,
votaban.
–
¿Votaban?. ¿Cómo votaban,
como las pelotas
dando saltos? - dijo
el niño riéndose.
– ¡No, así no!. Votar quiere decir, que puedes elegir si algo te gusta o no. Igual que cuando tu profesor pregunta: ¿a quién le gusta jugar al fútbol?. Y levantáis la mano, pues es lo mismo. Y después de llegar a un acuerdo lo escribían. Así lo fueron haciendo un día y otro. Cuando por fin, terminaron el 6 de diciembre de 1978, lo pasaron a los libros creándome así. - señalándose el libro.
–
Y cuando terminaron, ¿qué pasó? -pregunto el niño.
–
Pues lo mismo, que en tu clase tenéis que cumplir unas
normas, para que podáis estar mejor en ellas…
–
Si, la de respetar el turno de hablar, no dar voces, respetar a los compañeros...
–
Todas las personas,
para poder vivir mejor, deben cumplir las normas que tengo escritas entre mis páginas - continuó hablando el libro.
Paco, a medida que el lizo seguía explicando su historia, se sentía más
atraído por lo que decía,
y no cesaba de preguntar:
–
Además de que las personas cumplan las normas, ¿tu puedes ayudarlas, cuando tengan problemas?.
–
¡Claro también. Solo tienen que buscar entre mis páginas
lo que necesiten.
–
¿Nada más?.
– ¡Bueno, así de fácil, tampoco es!. Al igual que tu ,cuando tienes un problema y buscas a alguien para que te ayude, también existen personas que su trabajo consiste en ayudar a las personas que lo necesitan.
El niño, por un momento se quedó pensativo, y luego respondió:
–
¡Sabes lo que te digo Constitución, que te elijo
para llevarte a mi casa!.
–
¡ Me parece estupendo!. Verás cuando me conozcas mejor como seremos
grandes amigos - respondió el libro.
Paco se despidió del librero, que seguía muy atareado en la limpieza de
su librería, y dirigiéndose al libro le dijo:
–
¡Vámonos!, le diré a mi papá que hable contigo,
como yo he hablado, porque
como hoy es fiesta, no trabaja. ¡Claro si es 6 de diciembre!.
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