¡VUELTA A LAS CLASES!
Hola niños y niñas, bienvenidos y bienvenidas a otro curso escolar en nuestro cole JUAN XXIII.
Empezamos el curso con mucha ilusión y ganas de leer y aprender muchas cosas nuevas.
Para ello os dejo una guía de lectura donde encontraréis distintos libros recomendados por edades.
https://drive.google.com/file/d/10t4E7NXHyV4BaLFbgl72H_z0rcaKNNla/view?usp=sharing
Tenéis también otra lectura de Fernando Aramburu "El ladrón de ladrillos"
https://drive.google.com/file/d/16m8hyy2treInz9IzGE7egpGi-6b8ngmX/view?usp=sharing
Otra lectura:
¡NO QUIERO IR A LA ESCUELA!
Cada día por la mañana, Taline se hace el remolón en la cama.
–¡Vamos!–, Dice papá, –¡Que volveremos a llegar tarde a la escuela!
Taline refunfuña, se queja, hace la croqueta sobre el colchón y se agarra a las
sábanas mientras papá le tira de los pies.
–¡Vaaaaaa, Taline, haz el favor, que ya tienes el desayuno en la mesa!
Y cada mañana Taline tiene alguna frase preparada. Papá ya se la espera:
–Es que no quiero ir a la escuela. ¡La comida del comedor es horrible! –, ha dicho
hoy.
Ayer dijo: “¡Es que no quiero ir a laescuela! ¡La maestra siempre me
regaña!” El miércoles, la frase era:
“¡Es que no quiero ir a la escuela!
¡Siempre me obligan a hacer
trabajos que no me gustan!” El
martes, dijo: “¡Es que no quiero ir a
la escuela! ¿Por qué yo no me pongo
nunca enferma y me puedo quedar
en casa a ver la tele todo el día, como
mis amigos?”
El lunes, no dijo nada. Sólo gimió todo el tiempo desde que se levantó, mientras
se vestía, mientras desayunaba, mientras hacía pipí y mientras se cepillaba los
dientes. "Mmmmmgg..." Papá se reía, porque es divertido ver a Taline haciendo
morros, como si fuera una anciana cascarrabias.
¡Pero hoy es viernes y la paciencia de papá también tiene un límite!
–¡Ya basta! ¡Sal de la cama ahora mismo!
–¡No quiero ir a la escuela! –, Ha gritado Taline, –Hoy tenemos que hacer barro y
yo estoy cansada y no me gusta ensuciarme las manos. ¡Yolanda lo hace mejor
que yo, y ya estoy harta de ir a la escuela, y no me quiero quedar a comer, y no
quiero ir a extraescolares, y a ver si llegan las vacaciones de una vez!
Papá, con toda la paciencia del mundo, hace como que no la oye. Ya sabe qué
pasará.
Lo mismo de cada año.
La semana que viene terminará la escuela. Taline llegará a casa contenta, con el
álbum y el trabajo manual de fin de curso. El primer lunes estará muy contenta
de dormir hasta que no pueda más. El martes, aunque estará contenta, ya
comenzará con la cancioncilla del “papá, ¿qué puedo hacer?”. El miércoles
empezará a hablar de la maestra, y de Yolanda, y pensará que ya hace muchos
días que no se ven. El jueves comenzará a estar insoportable: “¡Por lo menos en
la escuela tengo amigos! ¡Aquí en casa no sé qué hacer! ¡En la escuela me dan
helado los viernes! ¿Por qué en casa no puedo hacer barro, y en la escuela sí? Las
pinturas de la escuela son mejores que estas, mis
rotuladores no pintan”. Ay, ¡santa paciencia!
–Haremos una cosa–, le dice papá. –Hoy cuando salgas de la
escuela haremos dos listas muy largas. En una escribirás
todo lo que no te gusta nada de la escuela, ¿recuerdas todo
lo que me has dicho cada mañana? Pues lo escribiremos en
una lista. En la otra, escribirás todo lo que te gustaría hacer
en lugar de ir a la escuela. Y yo también haré una lista,
¿vale? Yo haré una lista de las cosas que haremos estas
vacaciones, y te prometo que no nos aburriremos nunca.
¡Cuando te pongas gruñona, estas vacaciones, sacaremos
las listas y las leeremos!
Taline está contenta. Esta tarde harán los deberes juntos, papá y ella, ¡y pronto llegarán las vacaciones!
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